Un mismo texto -la famosísima escena del sofá de Don Juan Tenorio, la obra romántica de José Zorrilla- abordado desde dos estilos interpretativos diferentes nos permite ver en la práctica cómo cualquier intento de fijar "la forma correcta de interpretar a los clásicos" pasa por alto algo obvio: no hay "una forma correcta". La puesta en escena y la interpretación actoral están sujetos a las convenciones culturales que marca cada momento histórico. En los ejemplos, vemos primero un fragmento del largometraje Don Juan Tenorio de 1922 dirigido por Ricardo de Bañois, interpretado con un estilo enfático, prosodia monótona y cierta ampulosidad retórica propios de aquellos años, un estilo que hoy calificaríamos de "excesivamente teatral" en un sentido no precisamente positivo:
Y en el siguiente vídeo, los grandes actores Paco Rabal y Concha Velasco, en una grabación de la obra para televisión, interpretan el mismo texto con un estilo que lo acerca a la naturalidad emocional y a la caracterización psicológica del personaje, alejándolo así de la afectación. La emoción se ajusta a la palabra y viceversa, de manera que se presentan como elementos indisolubles en la acción dramática:
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